Viento

Viento. Solo sentía la fuerza del aire en la espalda, obligándole a avanzar más rápido. Empujándola hacia delante sin opción a girar la cabeza y dar un último vistazo a lo que dejaba atrás.

Los rizos rebeldes parecían señalar hacia dónde tenía que llevar sus pasos. El viento volvió a soplar con fiereza y le pareció escuchar que susurraba: «Más rápido», apremió.

La chica se subió el cuello de la chaqueta buscando cobijo para el esbelto cuello y un escalofrío le recorrió la nuca. Ensortijó uno de los bucles entre los dedos y lo obligó a permanecer tras la oreja. Unos pasos más y habría llegado a su destino.

Abrió la puerta y las hojas secas que se arremolinaban en la esquina aprovecharon para colarse en el local. Estaban esperándola. Se sentó frente al espejo y dijo:

—Corto, por favor.

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Subir ↑