El increíble cuento de la chica que se tragó un pez globo

Había una vez una jovencita muy mona ella, de cuerpo esbelto y delgado a la que le encantaba llevar croc-tops (un top de toda la vida, pero dicho con glamour) y que disfrutaba con la comida que le gustaba porque le sacaban de esas cuatro o cinco cosas, y todo lo demás le resultaba asqueroso.

Poco a poco fue creciendo y madurando y la muchacha, ahora convertida en señorita, lucía un cuerpo más de mujer, con más curvas, pero igual de delgado y fino. El croc-top dió paso al top a secas, pero seguía siendo ceñido al cuerpo. Por esos tiempos, nuevos sabores se fueron añadiendo a la dieta de la muchacha.

Nuestra princesa decidió tener descendía y, en tan solo cuatro años, la família sumó dos personitas más. Y su cuerpo sumó unos cuantos kilos también por lo que el top fué desterrado y dió paso a la camisola mas bien holgadita. Aún así, el estrés post maternal frenaba las grasas.

Años, presiones, tensión, preocupaciones y alegrías más tarde; la princesa del cuento comenzó a sentirse bien consigo misma, a dejar atrás los comentarios y los calentamientos de cabeza tan tontos y decidió disfrutar de la vida. Se quería, y no le importaba comerse las sobras de sus hijos «por no tirarlas», y degustaba los platos que le servían cuando salía con su marido, y salía de copas con los amigos, y bebía cerveza y tomaba bravas y morro.

Y en las fotos, sin filtros, porque pasaba de ellos, se vió con las mejillas llenas y los brazos más redondeados. Y se rio cuando le dijeron:

—Parece que te hayas tragado un pez globo.

Y soltó una carcajada.

—Ese pez globo estaba lleno de felicidad y alegrías.