Cuando era niña era común que los padres y los profesores nos mandaran al «rincón de pensar» tras darnos una buena reprimenda. Desde nuestra mente de niños, lo relacionábamos con una especie de castigo y acudíamos a él arrastrando los pies y con el ceño fruncido.
Es curioso cómo el tiempo nos puede cambiar la perspectiva de todo. Hace solo un par de años que empecé a sentirme a gusto en el rincón de pensar. De hecho, me creé uno. Ahí me sentía reconfortada y segura. Ahí, en ese pequeño rincón, podía pensar con claridad, o al menos con toda la claridad que la situación que me preocupaba me permitía.
Ese rincón estuvo bien durante un tiempo, pero lo cierto es que fue como un parche porque mi verdadero rincón es este: mi blog. Aquí puedo escupir todas las palabras que a menudo se me quedan pegadas en la garganta y me impiden respirar.





¡¡Alabado sea el señor!! Una preocupación menos, un abrazo más (y de tamaño XXL) y mucha, mucha alegría de saber de ti.
Y que sepas que tu no eres de rincones de pensar, sino de espacios de saber.
Me gustaMe gusta
¡Qué alegría volver a leerte! Te contaré un secreto: me hubiese puesto triste no volver a encontrarte por aquí.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Algún día la vida nos pondrá un café. Mientras tanto, escribe, puñetera, y echa fuera todo eso, préstale tu ira, o tu tristeza, o tu incomprensión a esos personajes que tan bien sabes crear.
Porque yo quiero estar en este lado de lo que tengas que decir. Para eso estamos los amigos: si te importa, me importa.
Tira, dale, empieza, sigue, échale ovarios. ¡Yo te aguanto el cubata!
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Oye, que ni idea de que te habías vuelto a asomar por estos mundos! Bienhallada, pues casi todos estamos igual: en un constante tira y afloja por no abandonar nuestro rinconcito cibernético.
¡Saludos de nuevo!
Me gustaMe gusta