Lo primero en que me fijé cuando abrí la puerta fue en sus tetas. Descomunales y soberbias, parecían querer escapar de la tela de licra que las retenía. Después, repuesto del agradable impacto, conseguí posar mis ojos en su cara. Comenzó la perorata con una amplia sonrisa. Dejé de escuchar lo que me contaba a... Leer más →




