Situaciones que me tocan las pelotas (y eso que no tengo)

En el bar:

#1

CAMARERO: ¿Qué quieren beber?

MI MARIDO (O CUALQUIER AMIGO DE SEXO MASCULINO): Una Coca-cola.

YO: Una cerveza.

El camarero toma nota después de alzar las cejas ante mi elección. Es un reflejo inconsciente, casi imperceptible, pero yo lo noto. A los pocos minutos llega el camarero y así, como sin querer, como si hubiese olvidado las comandas, deja frente a mí la Coca-cola y a mi compañero le planta delante la cerveza.

#2

CAMARERO: ¿Qué bocadillo quieren?

MI MARIDO (O CUALQUIER AMIGO DE SEXO MASCULINO): Un chivito

YO: Un bocadillo de tortilla de patatas con longanizas.

CAMARERO (con mirada inquisidora): ¿Entero o medio?

YO (con boca pequeña): Entero

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Conclusiones: Vámo a vé, señor camarero, ¿qué está usted insinuando? Quizá quiere decir que las mujeres no podemos beber alcohol o… Que si van acompañadas de hombres que no beben alcohol no considera apropiado que la mujer lo haga o… Que es usted un poquito gilipollas y se quedó en la época en la que los hombres salían a cazar mientras las mujeres les esperaban en las cuevas desplumando pollos y avivando el fuego.

Vamos, que cuando me suceden este tipo de cosas tengo que mirarme de arriba a abajo para comprobar mi aspecto porque me hacen sentir como si fuese una vikinga con su capa de pieles, sus trenzas en el pelo, un cuerno como vaso, un escudo salpicado de sangre y una capa de mugre cubriendo mi cuello y mis brazos. Oye, pues mira, esa imagen no está nada mal. Tomo nota. Al próximo camarero que me pregunte si quiero un bocadillo entero o medio le hago un águila de sangre.